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Reflexiones en torno a la evolución de la actual crisis social del 18 de octubre de 2019 en Chile

9 de Noviembre 2019

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Columna de opinión de Silvio Becerra, profesor de Filosofía y Agente Multiplicador de Salud formado en Gerópolis UV.

Fuente de la fotografía: "La marcha del millón" Migrar Photo.

Habiendo transcurrido 21 días de ocurrido el estallido social del 18 de octubre de 2019 en Chile, lo que es poco tiempo, pareció a los ciudadanos un espacio de tiempo notablemente más extenso, debido a que de un momento a otro se encontraron enfrentados a un escenario inesperado, que se manifestó en la forma de un fenómeno social potente y violento, a veces incontenible, que no tuvo un curso de acción previsible y definido, que por momentos sobrepasó a todos, incluso a las fuerzas del orden, tanto que carabineros como encargado de controlar y poner orden a la situación, fue completamente superado en su tarea de mitigar la acción del lumpen y la delincuencia (segmentos de la sociedad que existen, pero que no son visibles y por lo tanto difíciles de controlar, permaneciendo siempre al margen de la sociedad, la que no los considera en su funcionamiento regular), que procedieron a todo tipo de desmanes como saqueo y generación de incendios, actos repudiables que desvirtúan el sentido real y legítimo de este fenómeno social.  Esta situación llevó a que el Presidente de la Nación Sebastián Piñera mediante un decreto ordenara que las fuerzas armadas salieran a las calles en apoyo a carabineros, hecho que no acontecía en nuestro país desde hace más de 30 años, lo que sin duda fue una sorpresa y un fuerte impacto para las últimas generaciones, grupo etario que sólo conocía el vivir en democracia y que en esta oportunidad para bien o para mal tuvo la oportunidad de conocer in situ la realidad de militares controlando las calles en un momento de excepción y estado de emergencia, que finalmente, y por el desarrollo de los acontecimientos terminó siendo un toque de queda con todo lo que ello implica. Por otra parte, el segmento adulto mayor rememoró la dura experiencia de haber perdido el derecho a vivir en democracia.

Lo expuesto anteriormente es información de contexto que sirve como punto de partida, permitiendo el despliegue para la realización de un esfuerzo reflexivo, que permita ir descorriendo velos de manera tal, que podamos llegar a  visualizar las posibles causas de la crisis social en comento. Como es de conocimiento público es fácil identificar las causas inmediatas de la crisis y que afectan directamente a los ciudadanos, las que han sido motivo de reclamos y protestas por muchos años, relacionadas con temas de atención en salud, acceso a la educación, mejoramiento  de los sueldos de menor ingreso, endeudamiento de los estudiantes universitarios, mejoramiento de las pensiones, trato digno para los adultos mayores, protección del medio ambiente, precios reales para los medicamentos, precios justos para las cuentas de luz y agua, terminar con las zonas de sacrificio ambiental por la acción de complejos industriales al interior de zonas urbanas, etc.

Las anteriores son las causas que constituyen los efectos consagrados y directos con los cuales los chilenos, en forma sostenida y por años han tenido que convivir y sobrevivir, en una especie de sopor o anestesia de la cual no podían despertar, lo que indica que se reconoce el problema y la injusticia social, pero a la vez se descubre que no existen los mecanismos ni las herramientas para luchar y cambiar este estado de situación. Esta realidad se ha mantenido por muchos años por la omnipresente connivencia del Estado con los grandes grupos económicos, mediante la creación de leyes hechas a la medida, sin participación ciudadana, que permiten, que en cumplimiento de la ley, se pasen a llevar los derechos fundamentales de los chilenos con el respaldo pleno y garante de la constitución. Por esta razón es imperativo sumergirse bajo los cimientos de estos nefastos efectos sufridos por una gran mayoría, que se encuentra desprotegida frente a una maraña legal institucionalizada, a fin de sacar a la luz, las verdaderas causas de esta triste realidad social.

En forma posterior a la dictadura y como una paradoja, la gran mayoría de los chilenos vuelve a la democracia, pero a una democracia bastante controlada y dirigida por los sectores más poderosos existentes en ese momento, donde se destaca la formación y fortalecimiento de un modelo económico, que si bien por un lado fue exitoso desde el punto de vista económico, por otro, dejó de lado por completo los aspectos sociales y ambientales, necesarios para el desarrollo de un país como el nuestro, tres aspectos que según las Naciones Unidas son fundamentales para el funcionamiento integral de una sociedad.

Durante los últimos 30 años, Chile fue el campeón del desarrollo  y el crecimiento económico en América del Sur, remitiendo todos sus esfuerzos a cumplir este objetivo, logrando gran riqueza para unos pocos, en desmedro de la gran mayoría ciudadana, notándose  sin necesidad de mayor análisis la falta de distribución del producto de dicho auge económico, el que año a año fue creciendo, hasta el punto que en un Chile ya democrático la brecha económica siguió aumentando, sin posibilidad alguna de que ésta cambiara en beneficio de los que menos tienen.

Después de este remezón social que develó en forma clara y precisa las falencias de nuestra sociedad, se produjo un sano y justo deseo de encontrar el camino que permitiera satisfacer todas las carencias que detentan los chilenos. Lamentablemente y frente a la realidad de cambios a los que se ve enfrentada la sociedad chilena, tenemos que reconocer, que la manera ortodoxa en que nos relacionamos los chilenos para solucionar nuestros problemas, no contempla los mecanismos necesarios que permitan llevar adelante un diálogo que asegure que éste va a servir para algo.

No obstante lo anterior, la ciudadanía considerando la experiencia de otros países de la región, en forma empoderada y demostrando que tiene claras sus necesidades y requerimientos, ha procedido a ejecutar en forma espontánea una gran cantidad de diálogos ciudadanos, en los llamados cabildos, donde los participantes han tenido la oportunidad de opinar sobre requerimientos, acuerdos y propuestas que permitan ir en ayuda de los objetivos planteados. Con estos cabildos, los ciudadanos se han adelantado a las posibles acciones del gobierno y el mundo político, que aún no logran entender lo que ha pasado para así ponerse a tono y proceder a enfrentar y solucionar de buena forma, los cambios que en este momento se requieren.

Los políticos junto con el estado han sido sindicados como los grandes responsables de esta crisis social, los que parecieran no poder recuperarse aún del impacto que han recibido, dando muestra de una reacción demasiado lenta para la nueva realidad social que como país se debe enfrentar.

Lamentablemente, si analizamos el actuar del mundo político en los variados paneles de discusión televisiva y radial, podemos constatar que éstos insisten en mantener su típica manera de actuar, que se relaciona con el juego tan nefasto que se da entre oposición y gobierno, donde más que reconocer su deficiente actuar y presentar propuestas concretas de solución a la crisis, les interesa mantener sus posiciones ideológicas e intereses asociados, juego en el cual la ciudadanía no tiene interés ni desea participar. Los políticos tienen que entender que los chilenos quieren cambios profundos que permitan acoger sus justas demandas y de este modo dar término de una vez por todas con los privilegios de esta verdadera clase que es la de los políticos, de manera que éstos se acomoden a la realidad económica y sociocultural del país, lo que debería comenzar con la rebaja de sus sueldos y prebendas en consideración a que éstos son los más altos a nivel mundial y que su rendimiento no es para nada satisfactorio.

A partir de la crisis todo el mundo quiere cambios y soluciones, lo que es comprensible para la situación que se vive. Si bien es cierto que la crisis se hizo presente en forma contundente, también es cierto que las modificaciones y requerimientos no pueden ser solucionados de un día para otro, pensar lo contrario sería una falacia, debido a que son muchas las instancias de la sociedad civil que en forma dispersa y paralela están haciendo presente sus exigencias. Frente a esta avalancha de opiniones y propuestas es necesario la canalización organizada de éstas, de manera que se concentren en una sola instancia que pueda hacerse cargo y así ordenar en buena forma todos estos requerimientos, con el fin de facilitar la generación de una síntesis ordenada que permita llegar a propuestas que tengan un piso real para hacerlas viables.

La gran mayoría de los chilenos tiene ansias de solución a sus demandas, muchas de las cuales han sido obstaculizadas en el tiempo por la acción de la constitución, motivo por el cual consideran que ésta debería ser cambiada sin apelación válida, en todos aquellos puntos que han sido motivo o causa de desigualdad y que han permitido la discriminación y el abuso del poder económico.

En relación a la constitución es valedero decir que los chilenos en gran número, desconoce cuál es la función de la constitución, lo que es un obstáculo llegado el momento de emitir opiniones acerca del cambio o modificación de ésta. Por requerirse conocimientos específicos en el ámbito del derecho civil y constitucional, se debe tener mucho cuidado en lo que se solicita y la forma de hacerlo, pues puede ocurrir que en el afán de buscar soluciones en el corto plazo, se termine aprobando lo contrario de lo solicitado. Por lo mismo es imprescindible una buena asesoría legal al respecto.

La modificación de la constitución es por tanto un tema que para los chilenos no admite discusión, pues en ésta se encuentran consagrados todos los obstáculos que han impedido por años las justas reclamaciones de la ciudadanía y que siempre determina que todos sus recursos terminen en una declaración de inconstitucionalidad, situación que se ha convertido en un callejón sin salida o en un círculo vicioso, donde los beneficiados de siempre son el estado o el poder económico. Un ejemplo entre muchos de la deficiente actuación del estado para con sus conciudadanos, es el relacionado con la instauración de las administradoras de fondos y pensiones (AFP), modelo de administración que ha llevado a que los jubilados bajo este sistema reciban sueldos de hambre, que son incompatibles con el modo de vida de nuestra sociedad, lo que obliga a que estas personas, continúen trabajando para poder hacer frente a la dura realidad que deben enfrentar en el momento del retiro de la vida laboral. Por este y muchos otros motivos es urgente actuar sobre la constitución.

Para el ciudadano común y corriente, que se manifiesta y protesta en forma pacífica con el fin de que sus requerimientos sean escuchados, le parece incomprensible la aparición concertada de encapuchados que no muestran la cara y que en cada reunión de protesta proceden a realizar acciones vandálicas sistemáticas, que se traducen en una destrucción de los bienes nacionales de uso público, como también de los bienes pertenecientes al mundo privado.

Lamentablemente, estos hechos de violencia son un factor asociado a toda crisis social, momento crítico en que sectores minoritarios de la sociedad, encuentran el espacio propicio para dar rienda suelta a sus desvaríos anárquicos cuya finalidad u objeto, es provocar confusión y desconcierto social, acompañado de la generación de un sentimiento de temor generalizado. Es importante tener presente este hecho, con el fin de poder diferenciar y establecer con certeza desde donde proviene la violencia, como asimismo entrar en conciencia de que este tipo de acciones son una buena forma para desacreditar las movilizaciones y justas demandas sociales, lo que finalmente termina favoreciendo todos aquellos intereses contra los cuales la ciudadanía está protestando.

Una buena reflexión final sería hacerse las siguientes preguntas: ¿Por qué tuvo que ocurrir esta crisis para que el Gobierno, el Congreso y los partidos políticos cambiaran radicalmente su posición, respecto a que es necesario que los trabajadores chilenos jubilados y tercera edad tengan un mejor trato, que acoja sus más sentidas aspiraciones y necesidades como asimismo que es necesario cambiar la constitución? ¿Por qué antes de la crisis todo esto no era tema y por qué después de ésta todo es posible de realizar?               

Silvio Becerra F.

07.11.2019