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Coronavirus, pandemia que pone a prueba el estilo de vida de las sociedades en el siglo XXI

30 de Abril 2020

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Columna de opinión de Silvio Becerra Fuica, profesor de Filosofía y Agente Multiplicador de Salud formado en Gerópolis UV.

Teniendo como referencia la pandemia del COVID-19, que con fuerza se ha hecho presente en todos los países del mundo, incluyendo a Chile, se dan las condiciones para sentarse a reflexionar acerca de este tema, considerando que el mundo entero se encuentra afectado fuertemente por esta enfermedad, momento en que cada país y cada persona en particular quiéralo o no, unos primero otros después, se están viendo enfrentados a una realidad inesperada que dejará grabada a fuego en sus mentes, una nueva y traumática experiencia generadora de profundos cambios en el diario vivir, que son impuestos en forma imperativa por un nuevo virus que no pidió permiso a nadie para instalarse tanto en la vida de las personas como de los diferentes gobiernos y por qué no decirlo de la gobernanza a nivel mundial, trastocándolo todo, situación que nos pone en una situación de asombro, por la puesta en relieve de la gran fragilidad de las diferentes sociedades que pueblan el planeta tierra.

En este contexto es lícito hacerse la siguiente pregunta: ¿Qué es una pandemia? En respuesta podemos decir etimológicamente, que el vocablo pandemia es una palabra compuesta que proviene del griego, donde pan significa todo y demos significa pueblo, lo que nos lleva a entender en forma figurada que todo el pueblo se encuentra afectado por una situación determinada, que en este caso específico se refiere a una enfermedad. Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), una pandemia es “la propagación mundial de una nueva enfermedad”.

Históricamente, la humanidad se ha visto afectada por una gran variedad de epidemias y pandemias algunas de las cuales son: la peste negra (Siglo XIV), el Tifus, el cólera, la gripe rusa (1889-1890), la gripe asiática (1957), la gripe española (1918-1919), la gripe de Hong Kong (1968), la gripe aviar (2003), la gripe A (H1N1) 2009-2010, el ébola (2014-2016), corona virus (2019-2020).

En relación con las enfermedades declaradas pandemia, es necesario señalar que la globalización imperante en los siglos XX y XXI, se ha convertido en un factor decisivo para la transmisión de enfermedades a nivel mundial, la que se inicia en un lugar geográfico determinado, como lo fue el COVID-19 en la ciudad de Wuhan en China, el que en menos de un mes fue capaz de esparcirse por todo el planeta, fundamentalmente gracias a las facilidades del transporte aéreo que permite el desplazamiento en forma rápida de personas portadoras del virus a cualquier parte del mundo, convirtiéndose esta en la gran diferencia con todas las epidemias anteriores sufridas por la humanidad, las que no pasaron a convertirse en pandemia por la imposibilidad tecnológica de que la enfermedad pudiese distribuirse a nivel mundial.

Una de las características del COVID- 19, es que su acción de infectar es en este caso totalmente democrática, pues potencialmente es capaz de instalarse en cualquier persona, no respetando grupo etario ni posición social. Tanto es así, que con gran sorpresa se ha podido constatar que la fuerza de este virus en toda su potencia expansiva ha podido doblegar, no sólo a los países menos desarrollados, sino que también a los más desarrollados, incluyendo entre éstos a Los Estados Unidos de Norte América, gran potencia que en forma permanente está haciendo gala frente al mundo de su gran poder económico, militar y tecnológico, que lo ha posicionado en un estatus reconocido de potencia mundial. Lo mismo ha sucedido con todas las potencias que le suceden, como Alemania, España, Italia y otras, hasta llegar a las menos desarrolladas como Chile y demás países de América del Sur.

Esta pandemia se originó en el hemisferio norte en pleno invierno, lo que incidió fuertemente en los grandes efectos y estragos epidémicos y socioeconómicos concomitantes sufridos por estos países considerando las características de este virus. Este es un punto importante de considerar para los países del hemisferio sur, pues afortunadamente la llegada de este virus ha sido en pleno verano, lo que ha dado a sus habitantes la falsa percepción de que esta enfermedad no alcanzaría los efectos sufridos por los países del norte.

Esta errada percepción puede convertirse en fatal, pues se debería considerar que tanto Chile como como los países vecinos, se encuentran en una etapa de entrada a las estaciones frías de Otoño-Invierno, con notables bajas en la temperatura ambiental, lo que concordante con lo dicho por innumerables epidemiólogos y expertos, generan las condiciones óptimas para la permanencia y transmisión de este virus COVID- 19.

Otro de los beneficios de conocer los verdaderos efectos de este virus, en todos aquellos países que ya lo han sufrido, constituye una situación de gran oportunidad para los países que por estacionalidad habrán de sufrirlo. Es una oportunidad, pues permite enfrentar de mejor manera y no de forma tan sorpresiva y reactiva esta complicada realidad.

Frente a este escenario es preciso reconocer, que como sociedad chilena no estamos escuchando ni aprovechando lo que tan ampliamente se nos ha estado mostrando y predicando, por parte de la OMS, que entrega recomendaciones precisas a los países y a las personas, de cómo actuar y enfrentar la realidad del COVID-19. Esta es una lamentable realidad, pues no obstante haber sido advertidos con el tiempo suficiente para poder tomar medidas adecuadas para combatir esta pandemia, como personas no se ha sabido sacar provecho de la valiosa información recibida.

Se puede decir que las autoridades de salud y en especial los trabajadores de la salud a nivel de todo nuestro territorio, están llevando a cabo ingentes esfuerzos para lograr reducir los efectos de esta enfermedad, lo que ha llevado a que toda la primera línea del sector salud, esté resultando infectada en gran número.

En relación con la realidad actual, de percepción y de respuesta de los chilenos frente al COVID-19, se ha podido constatar, que las personas individuales no están siendo conscientes de lo que puede llegar a ser esta pandemia en sus efectos, pues se continúa viviendo y desarrollando actividades, como si se estuviera en tiempos de normalidad; cuando la persistente realidad está indicando que esto no es así. En síntesis, nos estamos farreando la oportunidad de poder adelantarnos a los acontecimientos relacionados con esta pandemia, oportunidad que no tuvieron los primeros países que la sufrieron. Desde el ámbito de nuestra sociedad, como ya es sabido, el sector etario más vulnerable frente a este virus, es el de los adultos mayores, que en su gran mayoría arrastran una variada gama de enfermedades crónicas de base, como la hipertensión, diabetes, enfermedades respiratorias y muchas más, que se convierten en verdaderas aliadas del virus, permitiendo de este modo que la entropía propia de los seres vivos, aumente la fuerza de su acción, no siendo posible que el organismo humano mediante las potenciales fuerzas reactivas que entrega la homeostasis, pueda contrarrestar la destrucción generalizada y asociada de los diferentes sistemas que permiten el funcionamiento del organismo y que permiten la vida.

Finalmente, sólo queda esperar que cada una de las personas que componen nuestra sociedad entren en la debida consciencia de lo que está pasando con el COVID-19, dejando de lado egoísmos y personalismos, tratando de ser mayormente respetuosos, empáticos y solidarios con el otro, como asimismo tener la capacidad de obedecer todas las indicaciones y directivas que la autoridad nos entregue, pues de eso se trata, pues si cumplimos con todo esto estaremos dando un gran paso en la lucha en contra del COVID-19.  Un corolario fundamental respecto de la pandemia que está afectando al mundo entero y que no se puede desconocer por su evidencia, tiene que ver con la falta a nivel global de herramientas y políticas previsoras adecuadas, para enfrentar en forma precisa y efectiva esta enfermedad que tomó a todos por sorpresa, poniendo sobre la mesa la existencia de una gran debilidad de parte de los diferentes gobiernos  para enfrentar crisis como la que estamos viviendo, lo que obligó a los primeros países que la sufrieron a actuar en forma bastante reactiva con todo lo que ello implica. Lo que el mundo espera es que se pueda sacar las mejores lecciones producto de esta pandemia, para así poder enfrentar en buena forma lo que se viene, considerando una visión sistémica que sea capaz de reconstruir las diferentes sociedades bajo un prisma de mayor igualdad y equidad que, permita y asegure, una mejor defensa de los derechos de las personas, aspecto que requiere de la máxima atención, única manera de posibilitar que se tienda una mano solidaria a los más desposeídos del mundo.

Silvio Becerra Fuica.