#01 Cronistas de la Edad "Memoria a mi Bisabuelo"
Memoria a mi Bisabuelo
Mi bisabuelo, en el ocaso de su vida, me contaba muchas historias, pero la más hermosa se las voy a contar ahora.
Él era veterano de la guerra del 79. A los 15 años se alistó en el ejercito de Chile y entró a combatir en la Guerra del Pacífico. Me contaba que antes de subir al morro de los tulipanes, tocaba la guitarra y cantaba algunas canciones para relajar a sus compañeros de armas. Era un artista en la guitarra, pero también un buen soldado. Cuando entraron a la ciudad de los tulipanes, lo hirieron en una oreja en el lado derecho, por lo cual quedó sordo de ese lado.
Tuvo la suerte de que lo ayudara una enfermera de la ciudad, una niña casi de su misma edad. Quedó hipnotizado por su belleza y, a pesar de su inocencia, sin querer se enamoró de ella. Quizás fue la soledad y el miedo lo que lo llevó a a generar ese hermoso sentimiento que es el amor, pero la guerra es la guerra y tuvo que seguir combatiendo. Finalmente, con el paso del tiempo, ganaron la guerra y tuvo que regresar a su país.
Durante 10 años, mantuvo siempre ese hermoso recuerdo de esta niña, que ahora quizás era toda una mujer. Para él, encontrarla era todo un laberinto sin salida y reencontrarse con esta mujer que recordaba y soñaba. A ratos, sentía que era su amor eterno y que tenía que salir de ese laberinto cueste lo que cueste. Ya cuando tenía 25 años de edad decidió buscarla, porque pensaba que era su verdadero amor.
Fue a ver una adivina que le recomendó un amigo, llamada Zulema. Estaba muy nervioso y no sabía a lo que iba. Cuando entró al salón, el ambiente era tétrico, y encontró a la adivina con unas gafas feas, el pelo corto, un gorro de copa, un vestido negro y su bola de cristal.
De repente, empezó a mover sus manos sobre la bola de cristal. Él preguntó “¿Dónde está la mujer de mis sueños?” Y ella, con vehemencia, comenzó a concentrarse. Una luz que iluminó todo el salón salió de la bola de cristal y la adivina pudo ver que esa niña ahora era toda una mujer. La adivina, le dijo a mi bisabuelo “Tienes que pasar por un laberinto en la ciudad de Utopía. La encontrarás y serán felices para siempre”.
Mi bisabuelo me miraba con mucha emoción y nostalgia. Yo me quedé viéndole a sus ojos lagrimosos y me dijo “Así fue como busqué y encontré a tu bisabuela Irene. Desde entonces, hemos sido felices toda una vida”.
Como dice el libro “El Principito” “No permitas que tu sonrisa se apague, alguien te busca para brillar juntos”.
Sobre al autor: Héctor Wilfredo Verdugo Poblete, conocido como Wilfredo, es un profesional financiero jubilado y exdocente del instituto Guillermo Subercaseaux, donde se desempeñó por 19 años. A sus 66 años, descubrió la pasión por la escritura a través de un taller de cuentacuentos para personas mayores realizado en pandemia. Oriundo de Viña del Mar, actualmente se dedica a las finanzas de un laboratorio dental y en sus tiempos libres disfruta del arte de escribir en diferentes talleres culturales.