El Asombro 

Nos vamos acostumbrando a todo, tanto a lo bueno como a lo malo, somos seres de costumbres y al parecer nada nos llama especialmente la atención y pocas cosas nos asombran. Sin embargo, el asombro es tan frecuente en los niños, para ellos todo es novedad, y pueden experimentar gran alegría por pequeñas cosas que los adultos pasamos inadvertidas por ser vistas demasiadas veces.

Los filósofos dicen que el primer acto de comenzar a filosofar es el asombro, desde ahí comenzamos a pensar. Estoy de acuerdo con eso. 

En mi marido que tiene Alzheimer, esa facultad de asombrarse es muy notoria, como olvida lo que para los demás es tan sabido, cada cosa es una novedad gozosa. Ayer me preguntaba de quién es la casa en la que vivimos, yo le dije que esta casa es suya, que la construimos con gran esfuerzo y muchos años de ahorros. Le pareció una noticia maravillosa, -¡es una casa estupenda y es mía!- eso le causó gran alegría.

Otro día me comentó "que bueno que seas soltera para que puedas acompañarme" yo le dije que estoy casada, pero que estoy casada con él. Saltó de alegría por su buena suerte. 

Cada vez que visitamos a nuestros hijos, se asombra de lo linda que es la casa en que viven, de lo grande que están los nietos, del trabajo que tienen, etc. Todo esto me hizo pensar que muchas veces no damos las gracias ni valoramos lo que tenemos, nos parece que siempre ha estado ahí por lo tanto no nos fijamos. 

El convivir con una persona para lo cual las cosas sabidas son novedad y motivo de alegría, me ha ayudado a ser más agradecida por todas aquellas cosas que daba por hechas, pero son regalos, dones, logros que no valoramos ni agradecemos habitualmente.

Siempre creí que acompañar a una persona que va perdiendo poco a poco su memoria, que está perdida en el tiempo y el espacio, debía ser algo muy duro de enfrentar y muy triste de vivir. Pero al contrario de lo que creí, este tiempo ha sido de una inmensa riqueza. He aprendido a reírme de mis mañas, y a mirar el mundo desde la novedad, no desde lo sabido. 

Estoy aprendiendo a vivir al día, disfrutando todo aquello que viene con él. 

Sobre el autor: Carmen Aguirre Quintana tiene 70 años. Es oriunda de Viña del Mar y ha dedicado gran parte de su vida a la educación desde su vocación como profesora de matemáticas. Luego de jubilarse estudió filosofía y actualmente escribe un blog con las vivencias como cuidadora de su marido Olivier, quien hace 5 años fue diagnosticado con alzhéimer.

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