#06 Cronistas de la Edad "Apuntes sobre Envejecer"
Después de haber vivido 79 años, puedo hablar con propiedad de lo que es envejecer y su diferencia con la vejez.
Envejecer es un proceso físico-cognitivo y la vejez es un calificativo psicosocial con muchas características discriminatorias. Se puede tener todos los síntomas del envejecimiento y no tener vejez, esta última afecta al espíritu, al alma, a un criterio social, entre otros elementos. En lo personal yo no tengo vejez, tengo mucha experiencia.
Por lo tanto, esta crónica la dedicaré al envejecimiento porque en mi diario quehacer trabajo en mi círculo cercano, en calidad de cruzada, el combate al concepto y tratamiento de la vejez. Me declaro militante de la vida y en esa calidad, mi espíritu tiene capacidad de asombro, continua lucha por logros de cualquier tipo, defensa de lo que creo justo, participación en diversas actividades de aprendizaje y de solidaridad, por nombrar algunos.
Podría clasificar el envejecer en dos tipos: los independientes y los dependientes
En el envejecimiento dependiente, hay paliativos y éste depende de la edad.
El primero que aparece es el envejecimiento ocular: la presbicia, el cristalino pierde elasticidad, empiezas a alejar los textos para leerlos, pero todo tiene solución…ortesis de corrección, lentes en español, y todo se soluciona. Hay unas personas más avezadas, se operan y remplazan el cristalino. Ya estamos en los 50 años.
En la próxima década se inicia el envejecimiento dermatológico y capilar, aparecen las canas, las “patas de gallo”, en resumen, las arrugas. Hay pérdida de elasticidad de la piel, hay deshidratación, pero las cremas pueden retardar este proceso o al menos disimularlo, las tinturas capilares también hacen lo suyo, se llega a los 60 años.
Se inicia la siguiente década, se está próximo a jubilar. Aquí se produce un envejecimiento socio económico emocional: calcular la pensión y ver distintas alternativas, ninguna sirve, hay un desgaste importante en aquellas personas que están en AFP. Calcular cuánto voy a vivir, si me va a alcanzar, retiro programado o renta vitalicia, se ofrecen bonos si te retiras voluntariamente, debes estudiar la fecha exacta para que los fondos de pensiones estén al alza, decisión final, no se puede jubilar, hay que seguir. Todo este proceso conlleva una dicotomía, las AFP consideran que tu vida durará hasta los ciento y tantos años, sin embargo, el sistema laboral ya te considera “viejo”, te pagan por irte, no eres productivo cuando supuestamente te quedan treinta años para fallecer, ¡inaudito! Un detalle, los bancos ya te tienen restringidos, no puedes abrir cuenta corriente, pedir créditos, se inicia el proceso más impactante, tienes las capacidades, pero debes recurrir a hijos, nietos, sobrinos, primos, amigos, todos de menor edad para conseguir alguna situación bancaria. Las Cajas de Compensación pueden ser una solución, pero te das cuenta o te hacen ver que los intereses son desmedidos, pero tu agradeces porque te aceptan como persona financiera.
Empiezan a notarse los años cronológicos en aquellas personas que no han tenido una vida sana (caminar, hacer actividad física, sociabilizar, participar en talleres variados) aparecen dolores articulares y otros males. Se inicia la reflexión referente a la jubilación, en el trabajo te preguntan ¿y?, ¿cuándo vas a “descansar”? y con esa sola pregunta pareciera ser que el envejecimiento emocional se acentúa. La publicidad te inunda con diferentes soluciones para no envejecer, todos orgánicos y naturales, antioxidantes, cremas, audífonos, bastones, antirreumáticos, para bajar el colesterol, mantener el nivel de glucosa…se inicia con eso la dependencia farmacológica.
Se llega a los 80 años, la sociedad te califica como la cuarta edad, tengas o no tus capacidades físicas, cognitivas, sociales, emocionales en condiciones normales. Todos están preparados, no necesariamente para tu partida de este mundo, pero si están organizados para ver que van a hacer contigo cuando pierdas la autovalencia. Te has transformado dentro de la sociedad y de la familia en una suerte de objeto que hay que ubicar en algún lugar donde genere el menor problema posible.
En el envejecimiento independiente, que no depende de la edad sino del tiempo histórico que nos ha tocado vivir: revoluciones tecnológicas, obsolescencia de aparatos, avance tecnológico, la globalización, la transculturización, cambios climáticos, contaminación, feminismo, inmigración, decadencia política, entre muchos otros; solo queda adaptarse, aprender a convivir con los cambios, aprovechar sus ventajas y continuar evolucionando con los cambios, que es lo único permanente.
Esta adaptación nos aleja de la vejez, concepto analizado en el primer párrafo y nos permite ser autovalentes, actualizados, comunicados con el medio, vigentes y, por lo tanto, el espíritu se mantiene en la época que nos ha tocado vivir.
Sobre la autora: María Angélica Fuster Alfaro es profesora de biología, física y química. A sus 79 años sigue ejerciendo su vocación de manera particular en la comuna de Viña del Mar.